viernes, 24 de diciembre de 2010
lunes, 20 de diciembre de 2010
Tu mano
Quiero tomar tu mano
Como hacía en el pasado,
Mirarte a los ojos
Para verme desterrado;
Sin nada más miradas
No estaré acabado,
Tendre tu mano en mi palma,
En tu mano mi reinado.
.
Como hacía en el pasado,
Mirarte a los ojos
Para verme desterrado;
Sin nada más miradas
No estaré acabado,
Tendre tu mano en mi palma,
En tu mano mi reinado.
.
jueves, 16 de diciembre de 2010
Terminé
Vaya que ha pasado un rato, un gran rato sin escribir aqui. Y la verdad no tiene nada que ver con la carencia de aquella actividad alrededor de la cual gira mi vida, porque si he escrito ultimamente, sólo que no debrayes cortos, de aquellos a los cuáles este blog pertenece como un hogar. En lo que sí he trabajado es en El Jardín de los Pensamientos, mi primera novela que, a partir de hoy, ha sido finalizada. Son excelentes noticias, así que, ahora, a molestar a agentes.
lunes, 13 de diciembre de 2010
Soy un comodín
Soy un comodín, un camaleón que cambia como el viento, la temperatura o el estado de ánimo de una persona. Tengo muchas máscaras, aunque la gente rara vez me las ha visto todas; de repente soy un as, a veces soy un tres, o, ¿por qué no? un rey, pero simpre soy lo que me conviene. Soy un ser cambiante, me adapto según sea necesario, aunque para esto sea necesario mentir.
Soy un comodín, el más despierto de la baraja. Pero también soy el diferente, y sin importar mi máscara al momento, mi túnica siempre será esa verde y morada con cascabeles, que me delata.
La gente lo sabe y yo lo sé, soy un comodín, aquel que pertenece a todos lados y, a la vez, que no pertenece a ninguno.
Soy un comodín, el más despierto de la baraja. Pero también soy el diferente, y sin importar mi máscara al momento, mi túnica siempre será esa verde y morada con cascabeles, que me delata.
La gente lo sabe y yo lo sé, soy un comodín, aquel que pertenece a todos lados y, a la vez, que no pertenece a ninguno.
Una ardilla cantar
Hoy escuche a una ardilla cantar, y empecé a atacarme de la risa.
Es cierto, iba yo caminando por mi unidad, entre árboles y sobre piso enlozado, a mi derecha apareció una ardilla sujetada a un árbol. Era negra, esta ardilla, completamente negra; su pequeño boca se abrio y ví como se inflaba y desinflaba su pecho mientras emitía sonidos extraños, su mirada puesta en la copa del árbol.
No pude detener la risa, la ardilla me miró con furia, "¿y tú qué sabes de canto?" decían sus ojos, pero la ignoré, continué con mi paseo por la unidad, con una sonrisa en mi cara y una que otra risa proveninente del recuerdo de la ardilla negra que había escuchado cantar.
Es cierto, iba yo caminando por mi unidad, entre árboles y sobre piso enlozado, a mi derecha apareció una ardilla sujetada a un árbol. Era negra, esta ardilla, completamente negra; su pequeño boca se abrio y ví como se inflaba y desinflaba su pecho mientras emitía sonidos extraños, su mirada puesta en la copa del árbol.
No pude detener la risa, la ardilla me miró con furia, "¿y tú qué sabes de canto?" decían sus ojos, pero la ignoré, continué con mi paseo por la unidad, con una sonrisa en mi cara y una que otra risa proveninente del recuerdo de la ardilla negra que había escuchado cantar.
domingo, 12 de diciembre de 2010
Escribir sin dirección
Hoy desperté con la mente puesta en la escritura, desperé con el deseo candente de dejar testimonio de dicho deseo en mis cuadernos, de producir palabras que juntas tuvieran algún sentido. Cuando despierto en ese estado, rara vez escribo cosas que valgan la pena.
¿Cómo podría, si mi deseo por escribir carece de dirección? Y en lo que busco algún sentido, las distracciones que me rodean me apartan de mis cuadernos, y lo que una vez fue un deseo candente queda atrás en el olvido. No me sale eso de escribir por escribir, al menos no cuando lo que busco es escribir algo que yo pueda considerar como importante. Es muy raro el debraye escrito sin alguna dirección que resulta interesante, que si los hay, pero son pocos. La inspiración rara vez me nace sobre la marcha, pero aún así escribo, porque es un ejercicio, porque es una parte de mi vida, y, porque, tal vez, hoy sea uno de esos días en que un debraye sin sentido lo adquiere sobre la marcha.
¿Cómo podría, si mi deseo por escribir carece de dirección? Y en lo que busco algún sentido, las distracciones que me rodean me apartan de mis cuadernos, y lo que una vez fue un deseo candente queda atrás en el olvido. No me sale eso de escribir por escribir, al menos no cuando lo que busco es escribir algo que yo pueda considerar como importante. Es muy raro el debraye escrito sin alguna dirección que resulta interesante, que si los hay, pero son pocos. La inspiración rara vez me nace sobre la marcha, pero aún así escribo, porque es un ejercicio, porque es una parte de mi vida, y, porque, tal vez, hoy sea uno de esos días en que un debraye sin sentido lo adquiere sobre la marcha.
sábado, 11 de diciembre de 2010
Un vals
La música me llena el día de hoy, una canción tras otra es escuchada, mis ojos analizan las partituras de piano de varias tonadas, y oigo una melodía hasta en el caminar de las personas. Pero hay una obra que hoy se levanta sobre las otras, una obra que resuena en mi cabeza y que resuena en el piano bajo el acariciar de mis dedos.
Empieza con un re, o es un mi? No, un si bemol, porque estás en ese tono, en re menor; le sigue un do, el de la siguiente octava, y luego un la y el si y el la y el si otra vez; así empieza, todo al ritmo de un vals, un vals en re menor.
Toco la pieza y todo parece estar bien a mi alrededor, es melancólica pero desde un punto de vista también es alegre; es cambiante, y a mis dedos les cuesta trabajo acostumbrarse a los cambios, pero poco a poco lo lográn, hoy es el primer día que intento tocarla toda seguida y a su verdadera velocidad, es dificil para mis dedos, pero definitivamente hay un avance.
Es un vals, y puedo imaginar una sala enorme llena de gente elegante, como en aquellos tiempos en que las fiestas se bailaban al ritmo del vals. Puedo ver a la gente con máscaras decoradas, sonriendo bajo ellas, bailando con su pareja, la espalda derecha y el cuerpo sereno.
En mi interior, a veces me siento como una de esas personas.
Empieza con un re, o es un mi? No, un si bemol, porque estás en ese tono, en re menor; le sigue un do, el de la siguiente octava, y luego un la y el si y el la y el si otra vez; así empieza, todo al ritmo de un vals, un vals en re menor.
Toco la pieza y todo parece estar bien a mi alrededor, es melancólica pero desde un punto de vista también es alegre; es cambiante, y a mis dedos les cuesta trabajo acostumbrarse a los cambios, pero poco a poco lo lográn, hoy es el primer día que intento tocarla toda seguida y a su verdadera velocidad, es dificil para mis dedos, pero definitivamente hay un avance.
Es un vals, y puedo imaginar una sala enorme llena de gente elegante, como en aquellos tiempos en que las fiestas se bailaban al ritmo del vals. Puedo ver a la gente con máscaras decoradas, sonriendo bajo ellas, bailando con su pareja, la espalda derecha y el cuerpo sereno.
En mi interior, a veces me siento como una de esas personas.
jueves, 9 de diciembre de 2010
Sencillamente yo
Aqui me encuentro, aqui estoy,
Sentado, un prisionero soy
De mi pensar y mi escribir,
Es cómo decidí vivir.
Mi mente vuela más allá,
Mi cuerpo avanza al pensar,
Y por el mundo marcha al sentir,
Es cómo decidí vivir.
Sencillamente yo, un ser
Que ha llegado a romper
De la ignorancia su latir,
Es cómo decidí vivir.
Filósofo errante; dios no,
Ni rey; sencillamente yo.
Sentado, un prisionero soy
De mi pensar y mi escribir,
Es cómo decidí vivir.
Mi mente vuela más allá,
Mi cuerpo avanza al pensar,
Y por el mundo marcha al sentir,
Es cómo decidí vivir.
Sencillamente yo, un ser
Que ha llegado a romper
De la ignorancia su latir,
Es cómo decidí vivir.
Filósofo errante; dios no,
Ni rey; sencillamente yo.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Música
La música sonaba en el fondo de su alma, música alegre y, para él, hermosa; pero en el cuarto en el que se encontraba no sonaba ninguna música, el cuarto estaba en silencio.
El cuarto era sencillo, un cajón rectangular, pequeño, con una puerta y nada más. De las paredes, la pintura colgaba, vieja, como si estuvieran las paredes tapizadas de flores marchitas.
El esperaba erguido en el centro del cuarto. Sus ojos cafés estaban desenfocados mientras él pensaba en la música de su interior; su pelo era largo y castaño y caía sobre sus hombros como una cascada.
Su pie comenzó a moverse al ritmo de la música, despegándose del piso y luego cayendo con fuerza. Sus palmas se juntaron y produjeron un aplauso. Él repitió con ritmo dichas percuciones, una y otra vez.
Al poco rato se unió su voz, produciendo ruidos extraños que imitaban aquella música en su interior; voz y percuciones se unieron para formar una canción. El cuarto ya no estaba en silencio.
El cuarto era sencillo, un cajón rectangular, pequeño, con una puerta y nada más. De las paredes, la pintura colgaba, vieja, como si estuvieran las paredes tapizadas de flores marchitas.
El esperaba erguido en el centro del cuarto. Sus ojos cafés estaban desenfocados mientras él pensaba en la música de su interior; su pelo era largo y castaño y caía sobre sus hombros como una cascada.
Su pie comenzó a moverse al ritmo de la música, despegándose del piso y luego cayendo con fuerza. Sus palmas se juntaron y produjeron un aplauso. Él repitió con ritmo dichas percuciones, una y otra vez.
Al poco rato se unió su voz, produciendo ruidos extraños que imitaban aquella música en su interior; voz y percuciones se unieron para formar una canción. El cuarto ya no estaba en silencio.
martes, 7 de diciembre de 2010
El cuaderno naranja
Tengo un nuevo cuaderno, y es naranja, y el patrón de matrices de la portada me recuerda al sol; tal vez me servirá para hablar sobre tierras distantes, del lejano oriente, ahí donde nace la luz. O quién sabe, tal vez servirá para algo disitinto, una metáfora más sencilla, más directa: como una luz que ilumine los confines inexplorados de mi mente.
Sólo se que es un nuevo cuaderno, es naranja, y en él escribiré, me explayaré, crearé; nuevas manchas, nuevos pensamientos, un nuevo jardín; poemas, cuentos, novelas y debrayes, que para eso son los cuadernos, que de ellos surgen muchos placeres.
Tengo un nuevo cuaderno, uno que cargaré en mi mochila a todas partes, y que me acompañará en los viajes a Filos, y que portará las ideas que surjan de mis experiencias diarias.
Es un nuevo cuaderno, y todavía no sabe lo que le espera; pero pronto sonreirá ante tanta palabra que lo cubrirá.
Tengo un nuevo cuaderno, y es naranja.
Sólo se que es un nuevo cuaderno, es naranja, y en él escribiré, me explayaré, crearé; nuevas manchas, nuevos pensamientos, un nuevo jardín; poemas, cuentos, novelas y debrayes, que para eso son los cuadernos, que de ellos surgen muchos placeres.
Tengo un nuevo cuaderno, uno que cargaré en mi mochila a todas partes, y que me acompañará en los viajes a Filos, y que portará las ideas que surjan de mis experiencias diarias.
Es un nuevo cuaderno, y todavía no sabe lo que le espera; pero pronto sonreirá ante tanta palabra que lo cubrirá.
Tengo un nuevo cuaderno, y es naranja.
lunes, 6 de diciembre de 2010
¿Por qué escribo?
Lo primero que la gente me pregunta cuando les digo que soy escritor es: ¿por qué escribes?
Motivación, es un elemetno muy importante en la vida de un escritor, lo que lo define. La motivación es lo que diferencía al poeta del escritor comercial, lo que distingue al artista del escritor de dinero; el por qué de las cosas.
Yo escribo para explorarme a mi mismo, para conocerme y para probar mis límites, aunque también escribo con el objetivo de trascender. Quiero crear trabajos que me enorgullezcan, pero también quiero que dichos trabajos dejen alguna huella en los demás; mentiría si afirmara que no busco la fama. ¡Pero yo voy antes! grita una voz en mi interior, y yo asiento; porque sí, me interesa alzarme y alcanzar las alturas, pero sólo si el precio no es mi alma; en ese sentido soy distinto del escritor comercial: yo primero, mis ventas después. Inclusive ouedo vivir tirado a la pobreza por un tiempo, el que sea necesario antes de despegar, y en ese sentido no puedo ser más distinto de un escritor de dinero.
Soy tan sólo un joven, un poeta, un artista, y lo único que quiero es llegar a las estrellas, y una vez ahí, en lo más alto, mirar a mi recorrido y sonreír.
Motivación, es un elemetno muy importante en la vida de un escritor, lo que lo define. La motivación es lo que diferencía al poeta del escritor comercial, lo que distingue al artista del escritor de dinero; el por qué de las cosas.
Yo escribo para explorarme a mi mismo, para conocerme y para probar mis límites, aunque también escribo con el objetivo de trascender. Quiero crear trabajos que me enorgullezcan, pero también quiero que dichos trabajos dejen alguna huella en los demás; mentiría si afirmara que no busco la fama. ¡Pero yo voy antes! grita una voz en mi interior, y yo asiento; porque sí, me interesa alzarme y alcanzar las alturas, pero sólo si el precio no es mi alma; en ese sentido soy distinto del escritor comercial: yo primero, mis ventas después. Inclusive ouedo vivir tirado a la pobreza por un tiempo, el que sea necesario antes de despegar, y en ese sentido no puedo ser más distinto de un escritor de dinero.
Soy tan sólo un joven, un poeta, un artista, y lo único que quiero es llegar a las estrellas, y una vez ahí, en lo más alto, mirar a mi recorrido y sonreír.
sábado, 4 de diciembre de 2010
La Mesa
En mi departamento hay una mesa que es la mesa del comedor, también podría servir como mesa de estudios o inclusive escritorio para escribir debrayes, cuentos y poesía; sin embargo, dicha mesa la uso para comer sólo cuando cocino, lo que es raro, y mi cereal de la mañana lo como en el sofá, al igual que las quesadillas en la noche; tampoco la uso, la mesa, para estudiar, pues rara vez estudio y cuando lo hago lo hago también en el sofá, con mi computadora recargada sobre la mesita para el café; nunca he usado mi mesa para escribir, para eso está mi cama o, a riezgo de parecer disco rayado, mi sofá. Por lo tanto, mi mesa del comedor es obsoleta, su uso se reduce a soportar pilas de papeles olvidados, a excepción de esas noches de póker cuando ficha y baraja cubren su superficie.
Así es esto en la cueva del escritor, donde vivo mi vida en un sofá.
Así es esto en la cueva del escritor, donde vivo mi vida en un sofá.
Como un río
Hace tiempo escribí un debraye de porque la escritura es como un río, algunos de ustedes ya estaran familiarizados con él pues ya lo había publicado en mi face; bueno, es hora de publicarlo por aquí.
La escritura es como un río: en temporada de lluvias fluye poderoso y furioso, destruye todo lo que se encuentra en su paso; es un río inspirado y en sus aguas agitadas se puede mirar cualquier cosa. Cuando las lluvias terminan, en cambio, el río es otro, es tranquilo, inclusive lento, y aunque es en aquellos tiempos que la realidad se pueder ver reflejada en él, dicho reflejo carece de creatividad.
Hoy no es temporada de lluvias, el río es lento y aburrido para todo aquel que busca en sus aguas una fantasía.
Pero hay una ventaja que la escritura tiene sobre un río del mundo terrenal: la diferencia entre el río y la escritura es que, para el río, las temporadas de lluvia y sequía se dan en intervalos predecibles y constantes; para la escritura no es así, las temporadas vienen y van sin predicción posible, y es raro cuando las sequías duran mucho rato.
Es por eso que aguardo tranquilo a la espera de que el río de ideas tome fuerza de nuevo, sabiendo que dicha cosa puede ocurrir en cualquier momento. Porque si se sabe aguardar, las temporadas siempre son complacientes.
La escritura es como un río: en temporada de lluvias fluye poderoso y furioso, destruye todo lo que se encuentra en su paso; es un río inspirado y en sus aguas agitadas se puede mirar cualquier cosa. Cuando las lluvias terminan, en cambio, el río es otro, es tranquilo, inclusive lento, y aunque es en aquellos tiempos que la realidad se pueder ver reflejada en él, dicho reflejo carece de creatividad.
Hoy no es temporada de lluvias, el río es lento y aburrido para todo aquel que busca en sus aguas una fantasía.
Pero hay una ventaja que la escritura tiene sobre un río del mundo terrenal: la diferencia entre el río y la escritura es que, para el río, las temporadas de lluvia y sequía se dan en intervalos predecibles y constantes; para la escritura no es así, las temporadas vienen y van sin predicción posible, y es raro cuando las sequías duran mucho rato.
Es por eso que aguardo tranquilo a la espera de que el río de ideas tome fuerza de nuevo, sabiendo que dicha cosa puede ocurrir en cualquier momento. Porque si se sabe aguardar, las temporadas siempre son complacientes.
viernes, 3 de diciembre de 2010
La Colección de la Mancha
El mundo da vueltas y vueltas, así empieza, aunque bien se podria debatir que el verdader inicio es un reclamo a la memoria, qu viene después, que representa la lucha por liberar aquellos pensamientos que nuestra mente nos oculta. El profesor sale triunfante de esta lucha, recuerda el pensamiento deseado y lo escribe, ¡grave crimen! El pensamiento pasa de ser una idea inmortal a ser una mancha en un pizarron, mortal, inmóbil. El muchacho la escucha, sólo él la puede escuchar, a la mancha en el pizarrón; escucha sus lamentos, y mira horrorizado como la mancha es borrada por la misma mano que la dibujó. El muchacho se decide a hacerle justicia, pero su decisión le hace escuchar otras voces, otros pensamientos. El primero se pierde en los confines de su amplia mente, el segundo, un pensamiento gritón, lo escribe en su cuaderno donde él cree si durará, el tercero y último, un pensamiento que no distingue los colores, también es escrito. Pero el cuaderno se pierde, y con él, los hermanos de la mancha.
Deprimido, el muchacho se reusa a escribir más, pero entonces sufre una última alucinación, visual esta ves, y ve a la mancha, al borde de un navío, navegando hacia altamar, y sus tres hermanos pensamientos, cada uno en su propio navpio, la siguen. Van en búsqueda de aventuras, de sueños. El muchacho decide escribir de nuevo.
A la mancha, el muchacho le escribe un obituario.
Deprimido, el muchacho se reusa a escribir más, pero entonces sufre una última alucinación, visual esta ves, y ve a la mancha, al borde de un navío, navegando hacia altamar, y sus tres hermanos pensamientos, cada uno en su propio navpio, la siguen. Van en búsqueda de aventuras, de sueños. El muchacho decide escribir de nuevo.
A la mancha, el muchacho le escribe un obituario.
jueves, 2 de diciembre de 2010
¿Qué me pasa?
Mis parpados pesan, pero nadie me hipnotizó, al menos eso creo; tampoco dupliqué mi dosis ni me desvelé. Sin embargo llevo así unos tres días, cansado, desganado, a punto de perder. Es mi turno, es mi movida, me toca decidir y actuar, pero no puedo, hoy me desperte tarde, al igual que ayer, y antier, algo muy extraño. Me cuesta trabajar, me cuesta escribir, la inspiración llega hasta las horas en las que ya me dió sueño, aún cuan tempranas, y mis intentos de regularizar mi mente me obligan a tomar la decision de ir a dormir con tán sólo un párrafo o dos escritos. Durante el día, el piano es mi única salvación; acaricio las teclas y los sonidos que produce son hermosos; pero he abusado del piano, mis dedos están cansados, y no puedo tocar, y si no toco, el cansancio me invade, y me da mucho sueño, un sueño terrible que no me permite hacer nada, pero que a la vez no es suficiente para hacerme dormir. Paso todo el día acostado, y en la noche duermo y me despierto tarde, y el cansancio no se ha ido.
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