jueves, 27 de enero de 2011

El despertador

Es temprano, lo sé porque los ojos arden y no quieren abrir, lo sé por aquel sonido agudo que viene de la cómoda. El despertador suena y los ojos se reúsan a abrir, la mente está nublada y el cuerpo se rehúsa a cooperar, a levantarse. El despertador suena y suena, pero no surte efecto, es más bien una molestia, y pronto una mano extraviada lo encuentra y lo apaga. Las luces nunca se encendieron, los ojos nunca abrieron. La mente se vuelve a apagar lentamente, luz a luz, pensamiento a pensamiento, hasta que el resultado es un plácido dormir.

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