miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cada instante

Cada instante es un instante menos,
Los segundos corren y ella está
Más cerca. Ella avanza, da
Un paso, y luego otro,
Poco a poco, la Muerte
Acecha.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El que vio

El muchacho observaba captivado
La belleza de la Muerte,
Ese rostro y esos ojos,
Su silueta al desnudo.
Buscó ella el cubrirse mas el daño
Estaba hecho, y ella, en su prisa
Tropezó y cayó al agua.
El muchacho se acercó
-¿Quién eres? -preguntó.
-Soy tu fin, tu cruel destino,
Soy la Muerte -exclamó enfadada.
-Eres demasiado bella -dijo él.
-¡No lo digas! -gritó ella, escondida
En el agua.
-¿A qué le temes, dama hermosa?
¿Por qué escoder tu rostro? ¿Por
Qué esconder el cuerpo
Que cualquiera desearía?
-¡Qué se pudra, no lo quiero!
¡Soy la Muerte mas no inspiro miedo!
Pobre dama oscura, pensó el niño
Al ver las lágrimas caer,
Se acercó un poco más, buscando
Consolarla.
-¡No me tengas lástima, muchacho!
Que soy cruel, violenta, aún si bella.
¿No me crees aún, verdad? -la dama
Emergió.
El muchacho sonrojado la observó,
Recorrió con su mirada esa piel blanca,
Esa forma esbelta, alta.
Cuando sus ojos regresaron a aquel rostro
Vio ahí una mirada horrible.
Antes que las garras de la Muerte
Lo alcanzaran, el muchacho ya se había
Desplomado.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Ojos Negros

Juntos caminábamos, tomados de la mano,
Pasando ante ella, la casa de la Muerte.
Su techo era alto, sus paredes corroidas,
Andando la mirábamos sabiendo
Poco de ella.
Fue María quien me dijo, a la vez
Que me miraba desafiante
Con sus bellos ojos negros
-Vamos, chico, entra.
Hice como dijo.
Caminaba lentamente ya que algo
Me estorbaba: era un miedo horrible
Que escurría por mi piel, era un frío violento
Que emanaba del lugar.
María y sus ojos observaban con espanto,
Rogando que no fuera,
Arrepentida.
No llegué a la puerta pues la mano me detuvo,
Aquellas garras de una bruja que me dijo
-Alto, niño tonto, esta casa abandonada
No te atrevas a explorar.
Vi que ella sonreía y respiraba aliviada,
Con su mirada negra me pedía
El regreso a su lado
Donde sus abrazos me esperaban.
Pero yo, un niño imbécil, ya
Me había decidido.
Ignoré el llamado de esos ojos y,
Haciendo caso omiso de la anciana,
Perforé la entrada.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Oh Muerte

Oh Muerte; eres cruel, violenta, bella.
Sin embargo, dama oscura, no es posible
Observarte.
Tus ojos almendrados, tu mirada penetrante
Y tu rostro de marfil,
Los ocultas en la oscuridad. Sólo el agua,
Esa agua cristalina, tiene el privilegio
De ser reflejo de tu cara.
Por las noches lloras.
Te odias a ti misma.
Odias tu belleza.
Lloras.
Tu maquillaje ya se escurre, tus facciones
Se retuercen, pero sigues siendo hermosa.
Es entonces cuando sales, abrigada
Por las sombras, y desquitas tu pesar
A diestra y a siniestra.
Amanecen cientos de cadáveres.
La gente se lamenta.
La gente te apunta,
Pero tú, maquillada nuevamente,
Ya te encuentras refugiada.
Mirándote en el agua cristalina,
Odiando tu belleza,
Odiando tu violencia,
Estás arrepentida.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Alucinante

Damas y caballeros, y todo aquello que escape de esa clasificación también: ante ustedes, la entrada no. 100 de Viajes de un Filósofo Errante.

Suelo rodearme de mis alucinaciones, así me entero de cuando una persona real se acerca. Camino con la mancha en un costado, Pedro del otro, y mil pensamientos de mercurio flotando en el aire. Una ardilla esquizofrénica se encuentra en la copa del árbol más cercano, un pastor inglés con una bufanda azul trota tras de mí. Letras danzan con números al ritmo del vals. La muerte me persigue, una maldición en su bufanda negra. Pero no me alcanza, mi bufanda gris la aleja. Todos observan con extrañeza como hablo conmigo mismo, pero Pedro y su bufanda café los hace olvidar. Y Mauricio cree que él es el loco, así lo quisimos yo y Daniel Ruíz de Aragón. Camino hacia Filos, o la otra Filos, o a la Ruta, y Daniel camina a mi lado. Todavía sigo sin estar seguro, ¿es real?, ¿o se trata de una alucinación más? Y luego estoy yo, ¿existo o soy una imaginación más?
¿Acaso importa? Se lo que soy, un filósofo errante, un Quijote de la era moderna, un caballero sin cordura. "Chéjov, deja de ladrar tan propiamente, ni que fueras inglés." Claro, un perro que no persigue ardillas. Bueno para el mundo, supongo.
¿Qué haría sin ustedes, queridas alucinaciones?