La noche era fría y húmeda. Una capa de neblina se había posado sobre el mundo. Las calles se encontraban a oscuras debido a un apagón. Era noche de luna nueva. El cielo estaba nublado. No había ni una sola luz. Tiago caminaba por la oscuridad absoluta. No podía ver ni la palma de su mano, sin embargo cuando se cruzó con ella la vió. Era una bufanda negra que yacía en el piso. Estaba en perfectas condiciones, no podía llevar ahí mas de unos minutos. Tiago inmediatamente supuso que la bufanda lo eligió.
Ya con la bufanda rodeando su cuello, Tiago se dió cuenta que la oscuridad a su alrededor no era tan absoluta. De hecho podía ver perfectamente. Continuó su camino con su nuevo tesoro y fue entonces que la vio, una sombra que se acercaba a él. Cuando estuvo a sólo unos pasos de distancia, la sombra le habló.
-Esa bufanda no te pertenece -dijo la sombra.
-Tal vez no antes, pero me ha elegido -respondió Tiago.
-Demuestralo -dijo la sombra.
Tiago, como si siempre hubiera sabido de los poderes misteriosos de la bufanda, alzó una mano. El mundo se volvió más frío, la neblina se intensificó. Del cielo cayó un rayo sobre la sombra y ésta desapareció. El trueno furioso ahogo su grito.
-Muy bien -dijo La Muerte, quien había observado la escena completa desde las sombras.
-Gracias -murmuró Tiago.
-Tener control sobre la muerte, es un gran poder.
-Te controlo -dijo Tiago, sonriendo.
-No, yo ya no soy más -La Muerte empezó a desvaneserse -. Es ahora tu turno.
-¿Mi turno?
-Sí, la bufanda te eligió. Y yo ya no soy más.
La Muerte se desvaneció por completo. Tiago se quedó solo. Trató de deshacerse de la bufanda, pero ésta estaba aferrada a su cuello. Una mujer pasó junto a Tiago y tropezó con algo. Gritó. Tiago dejó de pelear con la bufanda y miró. Ahí donde la mujer había tropezado se encontraba su cuerpo.
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