Viernes. Fiesta. Un par de tragos de whisky. Una situación con una mujer. Insomnio. Y después de eso, ¿sueño o delirio?
¿Acaso importa? Vi por mi mente pasar imágenes vívidas. Deseos, pesadillas. Vi una motocicleta robada atropellar a alguien. Traté de detenerla, pero la mujer estaba eufórica. Huimos, junto con un par de extraños conocidos. Llegamos al departamento y repentinamente eramos veinte. Había dos estuatillas del Dalái Lama en extremos opestos de la habitación. Había espadas. Había armaduras. Telas. Lámparas. Tapetes. Mucha gente, muchos objetos, en un depa tan pequeño que tuvo que crecer. Vi el futuro. Me puse de pie.
De regreso en la realidad, acudí a mi cita con el psiquiatra.
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