Te dicen que esperes. Lo haces. El tiempo transcurre lentamente. En algún lugar de la habitación hay un reloj de manecillas, lo sabes por el sonido sutil del secundero. Ante ti hay una pila de revistas mas ninguna te llama la atención. Te encuentras nervioso, hasta temeroso, sin embargo esperas en silencio.
-Buenos días. Por favor, pase -te dicen mientras remueven las cadenas que te ataban por los pies. Te levantas y sigues al verdugo, quien te pregunta si ya decidiste como quieres morir.
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