domingo, 23 de octubre de 2011
Debraye sobre distracción no. 42
Me distraigo. No tiene nada que ver con aquellos ruidos que vienen de la habitación contigua, ni los de la calle, ni los que hacen los insectos. No tiene que ver con todos esos bichos que escalan mi cuerpo mientras trato de escribir, ni con el hambre que me asota, ni la sed que me reclama. tampoco tiene que ver con el frío que hace, ni con el calor excesivo que me dan mis cobijas. Soy yo. Es mi culpa. Yo me distraigo. Mi mente se ocupa en otras cosas sin aterrizar nada. No es el sueño, es el deseo, son las pesadillas que llenan mi cabeza. Sobre todo es mi voluntad, que si bien podría mandarla a callar, no lo hago. Me torturo a mi mismo. Hace falta disciplina. Hace falta, pues me distraigo.
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caos,
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