jueves, 14 de julio de 2011

Otro laberinto mas

Sebastián se encontraba en su cama intentando dormir. Era de madrugada. La mente de Sebastián estaba poblada de pensamientos. No le importaba. De hecho así lo prefería. Pasar la noche pensando en ella, en el laberinto y en un sin fin de fantasías. Pensó en cada palabra que había intercambiado con ella. Recordó su rostro hermoso y su voz suave. Poco a poco se cerraron sus ojos.
Soñó con un mundo como ninguno. Era un mundo imposible, donde la gravedad empujaba además de jalar, e incluso arrojaba hacia los costados. Esa misma fuerza se retorcía y creaba diagonales que le permitían a Sebastián volar. El mundo mismo era un laberinto de dimensiones donde cada movimiento llevaba a Sebastián a un momento aleatorio del lugar. Una gama de colores cambiantes iluminaba el laberinto.
Ante Sebastián desfilaron arañas en parejas, sonrientes y listas para sus vacaciones. Luego Sebastián vio a su Camila a la distancia. Sonrió al verla y su corazón dio un vuelco. Pero al tratar de acercarse fue enviado en otra dirección. Ante si apareció un desfile de perros, y al último de ellos reconoció.
-Chejov, guíame con Camila - le dijo al perro. Chejov emitió un ladrido y rápidamente guió a Sebastián ante aquella a quien deseaba tanto. Lo hizo mover un pie primero, luego la cabeza, alzar los brazos y mover la cintura. Sebastián se sentía ridículo, pero lo hizo todo tal y como le dijo Chejov y finalmente, tras un movimiento muy raro de su tobillo, acabo ante su Camila, con los brazos rodeandola y con sus labios en contacto con los suyos.
Así despertó Sebastián, con su Camila bajo las sabanas, entre sus brazos, con Chejov sirviendoles de almohada.

viernes, 8 de julio de 2011

Chéjov

Camila estaba aburrida en su cuarto, imaginando que el techo era realmente el piso, cuando vio a un pastor inglés con una bufanda azul cruzar corriendo la habitación. Salió de su cuarto en persecución del perro y lo que se encontró la maravilló. Estaba en un laberinto de rosas. Había puentes que decían ser topes, postes que creían ser árboles. Un ejército de ardillas lo controlaban todo. La lluvia era permanente. El cielo estaba cubierto por figuras de mercurio. En su camino se encontró con una hormiga gigante, vestida con un vestido de quinceañera.
-Disculpe señor hormiga -dijo Camila -¿no vió pasar a un perro con una bufanda por aquí?
-En efecto -contesto la hormiga con una voz grave -. Corrió por ahí.
-Muchas gracias.
Camila tomó el sendero al que apuntaba la hormiga gigante, quien ahora vestía una camisa floreada y bermudas. El sendero la llevó a una mesa grande donde había un grupo de señoras tomando el té y jugando scrabble. Jugando con ellas se encontraba el perro de la bufanda azul.
-Chéjov, es tu turno -dijo una de las señoras.
¡Pobre Chéjov! entre tanto pelo no podía ver bien sus fichas, y sus patas no estaban hechas para sujetarlas. Accidentalmente golpeó sus piezas y estas calleron en el tablero formando la palabra "absurdo".
"Absurdo es un perro jugando Scrabble" pensó Camila mientras las señoras reían.
-Uhuhuhu.
Entonces Chéjov volteó. El perro vio a Camila y corrió hacia ella. Camila se arrodilló para recibirlo y lo abrazó mientras todo se desvanecía a su alrededor. Cuando alzó la vista, Camila se vio en su cuarto, acostada en su cama, viendo el techo. Sintió un movimiento bajo su cabeza. Volteó y vio que su almohada era realmente Chéjov, que la había acompañado desde sus sueños. Camila abrazó al perro mientras sonreía ampliamente.