miércoles, 29 de febrero de 2012

El loco de la orquesta

Una multitud me sigue a donde voy, es mi propia orquesta. Por fin reuní el dinero suficiente para contratarla a tiempo completo. La música ahora ambienta mi vida: Rachmaninoff, el concierto para piano número 2; Tchaikovsky, el concierto para violín; son sólo algunas de las joyas que llenan mi día, dándole fuerza, emoción. La gente en la calle me escucha venir. Ahí viene el de la orquesta, dicen. Ahí viene el loco. Se alejan. Por suerte yo nunca estoy solo, tengo a los músicoa.
Sólo puedo caminar. No cabemos en un coche, obviamente, y el metro rara vez está lo suficientemente vacío. Hay quien me pregunta por qué no busco una alternativa más cómoda, como un reproductor de música. Incluso han llegado a regalarme alguno. Nunca los he usado, no sé cómo ni me interesa aprender. Además, dudo que puedan generar la emoción que genera la música en vivo.
Sólo tengo un problema: me corrieron de mi trabajo. Creo que fue muy poético que me dieran por razón que en la compañía no había ya espacio para mí; apenas cabíamos los músicos y yo en mi cubículo. Pronto no tendré dinero para seguirles pagando y me quedaré solo. No creo que me acepten de vuelta en mi trabajo.
Pero vamos, ¿quién más puede decir que vivió un par de meses con una orquesta a sus espaldas ambientando su día? Siempre seré el único, eso lo vale.

martes, 28 de febrero de 2012

La burbuja

Una burbuja se acerca a ti. Es de noche. Piensas en aquel libro que todavía no ha sido escrito y la escena te parece sacada de él. La burbuja ya está muy cerca y tu no sientes ningún cambio. Ningún pensamiento nuevo cruza tu mente. Pensaste que algo cambiaría; igual que el personaje del libro pensaste que serías invadido por placer y éxtasis. Pero nada sucedió. La burbuja es sólo eso, una burbuja.

lunes, 27 de febrero de 2012

Si tan sólo...

-Si tan sólo pudiera entrar -se dijo, pensando en su amada mientras leía el anuncio "no se permiten perros".


(Este cuentweet fue publicado por vez primera en el blog del Conejo Vidente)

La página en blanco

-¡Lo odio, lo odio, lo odio!
-Tranquila, vamos, no es para tanto.
-¡Odio que me llamen así!
-Perdón, ¿vale?
-¿Me ves alas, acaso?
-No.
-¿Me ves echando polvitos mágicos?
-No.
-¿Me ves con un vestidito ridículo, un chongo y una varita?
-No, tienes razón.
-Eres un imbécil.
-Sí, lo soy. Perdón.
-¡Un idiota!
-¡Espera!, ¿a dónde vas?
-Así yo no trabajo.
-¡No, espera!
-Arréglatelas sin mí.

(Sugerencia: es una musa, no un hada de la escritura)